Violencia de Género y Salud Mental

violencia de género y salud mental

Concepto de Violencia de Género

La violencia sobre la mujer es un concepto transversal, que está definido y abordado por varias disciplinas.

Estaría basado en el ejercicio de poder sobre una mujer por el hecho de serlo, sucediendo una relación asimétrica, en la que la mujer sería objeto de daño psicológico, físico, social, económico...

Cabe señalar, por esta diversidad de disciplinas y un entendimiento organizativo común, existen diferentes concepciones similares como violencia machista, de género o doméstica que podría parecer que tengan las mismas implicaciones pero no es así, si no que las violencias se encuentran compartimentadas, es decir, según quién la ejerza, según dónde la ejerza, según si la sufre alguien más... y atendiendo a esas condiciones se denominará, se juzgará y se resolverá en un sitio, en otro o en ninguno.

 

Situación de la Violencia de Género aquí y ahora

Tal y como describía en el apartado anterior, depende de dónde se ejerza la violencia o quién, tendrá unas implicaciones... o ninguna. Puede ser que esa violencia se ejerza por ejemplo en un paritorio, donde el cuerpo de la mujer está en un momento de su sexualidad, exclusivo de su biología, de absoluta vulnerabilidad frente a agresiones físicas o psicológicas o tal vez en su propia casa en ese mismo contexto. No somos capaces de incluir "violencia obstétrica" en la ley por no ofender a quien la ejerce. Eso, además, es "violencia institucional hacia la mujer". ¿Quién regula entonces esas violencias? Ciertamente, la violencia puede estar regulada, pero no contemplada como "de género", cuestión que no sólo conceptualmente es importante, si no también en cuanto a medidas de protección, por ejemplo. ¿Qué hace España cuando le llaman la atención por ello? Parece, de momento, preferir pagar sanciones económicas o ampliar derechos en otras direcciones, como en los casos de retribución por maternidad y su ampliación a los hombres, sin esa mirada amplia y de género.

 

La Violencia y la Mujer

Una mujer puede iniciar una relación con un hombre (que es el caso que sí está contemplado por ley como "de género") por muchas razones. Algunas tienen que ver con el amor, otras con la atracción sexual, otras con la utilidad propia o con la ajena...

Puede ser que una mujer que camina sola por la calle sea apuntada por el dedo de un hombre y requerida a la familia de ésta para ser su esposa sin haber mediado palabra con ella o sin que nadie le pida opinión. Y a partir de ahora así será para todo, es su nuevo objeto. Al revés, por cierto, esto no pasa.

Es posible que una mujer así se enamore de ese hombre a pesar de todo, y tiene sentido pensándolo en términos de supervivencia. ¿Cómo sería su vida sin adaptarse si no es capaz de encontrar la salida?

Podemos hablar de otra mujer, blanca, con buena red social, tal vez joven, con ciertos estudios, con independencia económica, incluso con conciencia política, que conoce a un hombre, afín en casi todo, "el novio perfecto". Hasta un día que... él tuvo un ataque de celos, o de ira, o de silencio. Y ella no sabe por qué. Es mejor señalarse a sí misma, porque así puede modificar lo que sea para que vuelva aquel novio perfecto. Pero nunca vuelve del todo o cada vez menos. ¿Alguna vez existió?

Por supuesto, existe un ciclo de la violencia: Estamos muy bien, sucede la violencia (suele ser cada vez mayor), nos distanciamos, él vuelve a acercarse y todo parece que se va a arreglar o al menos que no va a empeorar más. Y volvemos a empezar... pero siempre algo queda.

 

¿Cualquier mujer puede ser entonces objeto de violencia machista? Si.

Nuestro contexto en todos los ámbitos favorece esa asimetría. El amor romántico todavía es un producto deseado por las mujeres. Los hombres todavía están en una situación de poder cómoda. Es difícil, aún queriendo romper esas posiciones, ir contra corriente. El miedo es mayor a lo que vendrá que a lo que está, pero ese miedo es la verdadera cortina de humo ante problemas más acuciantes.

 

¿Cualquier persona puede resultar agresor?

Claro que si nos limitamos a la violencia de una pareja o expareja hombre hacia una mujer,  tal y como está encuadrado, la respuesta es no.

Pero si vemos por ejemplo, en la ley, que se puede cambiar de hombre a mujer solo con solicitarlo, podríamos decir que no sólo los hombres ejercen la violencia sobre la mujer, sin perjuicio de que la asimetría siga existiendo y la razón de la violencia sea que es mujer. O si seguimos con el ejemplo del paritorio, la violencia hacia ese cuerpo de mujer de forma asimétrica puede ser por parte de otra mujer o incluso de mujeres en grupo.

Si entendemos la pregunta sobre si el hombre bueno puede ser también agresor, la respuesta sigue siendo si. Un hombre, en situación de privilegio por el hecho de serlo, bueno o no, puede echar mano de ese privilegio en el momento que quiera, bien sea para satisfacer una necesidad, por supervivencia frente a sus iguales o por cualquier causa que considere, sea legítima o no, y será violencia porque puede. Podríamos preguntarnos qué haría una buena persona con un arma en una situación que interpreta peligrosa, sea realmente peligrosa o no ¿haría uso de ese arma?

 

Impacto en la salud mental de la Mujer.

 

Si bien es cierto que el tipo de violencia ejercida sobre la mujer (física, psicológica, económica, vicaria, social...), el tiempo de exposición y fase en la que se encuentra, o los recursos personales de afrontamiento (psicológicos previos,red social, recursos económicos...) influirán en la salud mental (secuelas) podemos hablar de algunas características generales:

 

Sintomatología postraumática: revivir lo que sucedió, pensamientos o imágenes que aparecen de repente con la temática traumática, pesadillas, disociación, ansiedad, evitar lugares o personas, reacciones intensas ante estímulos que se asemejen a lo vivido, desconfianza, irritabilidad, depresión...

 

Culpabilidad: pensar que ella pudo hacer algo para "salvarle", minimizar o justificar el comportamiento de él por su pasado o sus limitaciones, atribuirse la responsabilidad de las reacciones de él, pensar que los hijos en común sufrirán porque ella le eligió a él como su padre, por no haber sabido ver lo que iba a suceder, por no haber sabido dejarlo... Es decir, poner el foco del control en ella en lugar de otorgarle la responsabilidad de la violencia al violento.

 

Miedo: miedo al día a día, miedo a no saber qué será lo que provoque la siguiente explosión, miedo a estar sola si le deja, miedo a "quitarles a su padre", miedo a no tener dónde ir, miedo a volver, miedo a no saber hacerlo sin él, miedo a que todos los hombres sean iguales y para qué si a este ya le conozco, miedo a que le mate, miedo a que le viole, miedo a que sus hijos lo vean, a que se conviertan en su padre, a que les mate a ellos. El miedo avisa del peligro, pero también mantiene la violencia cuando ya está demasiado instaurado.

 

Impacto en la Salud Mental de quien rodea a la Mujer.

 

La familia en ocasiones suele estar totalmente ajena a lo que sucede, o bien conocer partes parciales de lo que sucede porque la propia mujer tiende a protegerles o bien por vergüenza por lo que sucede en su casa.

En ocasiones, las madres, dependiendo de su propia educación, tienden a querer mantener la relación si ésta es larga y tiene hijos, mermando la confianza en sí misma de la mujer sobre sus propias capacidades de afrontamiento en caso de ruptura.

Pero no siempre es así, también existen madres que se coordinan con la policía para sacar a su hija de donde vive a pesar de la propia hija. En estos casos el impacto psicológico suele ser muy similar al descrito antes en la mujer.

 

En cuestión de hermanos y hermanas, dependiendo de la relación, puede ser habitual una gestión del conflicto basada en el distanciamiento, como un ultimátum si no se hacen las cosas como y cuándo ellos quieren en el que se deja de hablar a la mujer si no cesa en su relación.

Esto tampoco es siempre de esta manera, pero cuando sucede, la mujer se siente más sola y más incapaz.

Esta estrategia puede sugerir un desbordamiento emocional y un sentimiento de carencia de recursos, así como la necesidad de distanciarse para protegerse a sí mismo.

 

Las hijas e hijos, independientemente de la edad, están absorbiendo la violencia. No hay buenos padres. No hay violencia sólo con la mujer. No están ajenos. Hay un aprendizaje, hay un discurso, hay un temor, un patrón de comportamiento. Aprenden que la violencia funciona para conseguir lo que se quiere y quién es quien debe tener el poder y por qué.

A veces, hay ira y rencor. A veces al padre por agresor y a veces a la madre por víctima. También sintomatología postraumática, culpabilidad (autorreferencial y por confundir su rol con el de protector) y miedo.

 

Las nuevas parejas de ellas, cuando todavía existe presencia del agresor, tienen una posición incómoda en la ambigüedad entre ser el nuevo macho alfa o permitir que ella verdaderamente se empodere y lidere su proceso desde el error o el acierto. Es una mirada difícil llena de oportunidad para una "nueva masculinidad" empática y en segundo plano.

 

¿Estás en alguna de estas situaciones?

Existen recursos para salir, siempre. Habla con tu trabajadora social del servicio social de base o de urgencia, con el servicio de asistencia a la mujer de tu ciudad (en Vitoria "Hegoak"), llama al 016, habla con tu entorno de confianza (amigas, hermanas, madre...). Es difícil confiar y dar el salto, pero se puede, busca la red.

 

El camino de después será difícil, de mirarse hacia dentro, sí. Pero sin miedo. Será una batalla? puede. Pero desde fuera.

Aprovecha este momento, si acaba de pasar la tormenta, para dar un paso. Puede ser solo uno, pero así se anda el camino. El camino hacia la libertad.